viernes, 5 de noviembre de 2010

Juegos entrecruzados...

El origen de muchos problemas de comunicación entre hombres y mujeres puede estar en las distintas expectativas de los dos sexos en lo que se refiere a la intimidad y la independencia.


Cuando las mujeres piden mayor intimidad, los hombres sientes que su independencia corre peligro:
"El hecho de que a las mujeres se les haya asignado la etiqueta de la cantaleta puede deberse a las diferencias establecidas entre ambos sexos según el cual muchas mujeres tienden hacer lo que se les pide y muchos hombres tienden a resistirse incluso ante la más mínima insinuación de que otra persona, especialmente una mujer, les ordene lo que debe hacer.


La mujer tiende a repetir una petición que queda sin respuesta porque está convencida que su marido haría lo que ella le pide sin tan solo comprendiera que ella realmente desea que él la complazca".


En mi experiencia profesional me he dado cuenta que la causa de muchas frustraciones es el alto nivel de expectativas... entre más alto haya sido la expectativa más grande e intensa será la frustración. Cómo dice un amigo: La frustración es producto de expectativas bien establecidas.


Pero el hombre, que no desea sentir que cumple órdenes, puede aguardar instintivamente antes de obedecer hasta convencerse de que realmente lo hace por voluntad propia. El resultado de ésto es la cantaleta, porque cada vez que ella repite su petición, él deja pasar tiempo antes de complacerla.

La solución es que el hombre, simplemente, comprenda la necesidad que tiene la esposa de sentir su cercanía y así no vería la petición de su esposa como un capricho absurdo y no se sentiría controlado.

La solución para la mujer es comprender la necesidad de independencia de su marido, para que así no sienta que es ofendida al enterarse de qué él hace planes sin consultarle, por ejemplo... Cualquiera de las dos alternativas serviría para no calificar a la mujer de regañona insoportable.